Momentos comunes con corazón de fábula

¿Por qué lo maravilloso tendría que quedarse en las páginas de ficción? El encanto misterioso no suele venir con capa o bastón mágico. Está en esa mirada que te inquieta, en un aroma que te hace volar o en una canción que parece escrita para ti. ¿Magia? Puede ser. ¿Un efecto placebo con esteroides emocionales? También. Pero, sin duda, hay algo ahí. Desde épocas sin selfies ni conexión 5G, hemos intentado entender lo inexplicable. La seducción mágica que llega sin permiso ni explicación sacude el alma. Y lo único que logramos articular es: “tiene eso… lo tiene”. Ese “no sé qué” merece ser investigado.

Es como atrapar la niebla con palillos chinos: el encanto hechizante se escapa entre los dedos. Para algunos, es pura cuestión de carisma. Muchos hablan de energía. Los más románticos lo conectan con el alma. Cada uno tiene su teoría, aunque ninguna explica completamente el fenómeno. Imaginemos la escena: entras a un lugar. De repente, alguien llama la atención sin esfuerzo alguno. No es modelo, ni locutor, ni tiene sonrisa perfecta, pero cautiva. Hay algo indefinible. ¿Lo has sentido? Claro que sí. Y si no, puede que seas tú quien provoca eso. Sorpresa. Ese tipo de personas no buscan atención. No levantan la voz, ni hacen shows de fuego, ni se visten de unicornio. Solo belleza fascinante son ellos mismos. Caminan como si el suelo se abriera con respeto. Su presencia dice: “aquí estoy”, pero sin hablar. El misterio reside en cómo hacen lo que hacen. Misterioso, ¿cierto?. Este tipo de encanto no discrimina. Puede brotar en una charla sencilla, en una carcajada auténtica o en el silencio. Lo hechizante no está hecho de fórmulas. No se aprende en cursos online. Es algo que se percibe… sin más.

Un detalle curioso del encanto: cuanto más lo das, más regresa. Como búmeran bien lanzado. Las personas hechizantes no solo atraen, también inspiran. Inspiran sin proponérselo, contagiando su vibra. Y ahí está la verdadera magia. Eso sí, ojo con el exceso. Si te excedes, puedes parecer vendedor de perfumes en un mall. La clave es el equilibrio. Humor sutil, misterio atractivo y seguridad genuina… ¡y ya está!. Ni de más ni de menos. El encanto, cuando es genuino, no necesita anuncio. No precisa pancartas ni luces llamativas. Actúa por sí solo. Y eso lo hace especial. Un fenómeno silencioso pero poderoso, que puede abrir puertas, corazones y hasta portales —dependiendo de tu suerte y tu horóscopo.

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